Queremos empezarlo por un hombre aún vivo, ya jubilado, retirado, aunque aún activo en las diversas luchas sociales. José Luis Beúnza, conocido como Pepe Beúnza (Beas de segura, Jaén, 1947) . Pepe es el primer objetor de conciencia político (2) al servicio militar obligatorio en la España reciente (3). Él se negó en Enero de 1971, aún en pleno franquismo, a vestir el uniforme. Reivindicó su deseo y su derecho a no aprender a matar, a substituir la mili por un servicio social. Servicio social que él, con sus compañeros, emprendieron primero en el barrio de Orriols, en València y más tarde en Can Serra, en L'Hospitalet de Llobregat.
Entre tanto, él pasó por dos Consejos de Guerra y casi tres años entre cárceles y batallón disciplinario en el Sáhara hasta que finalmente se le aplicó la amnistía de 1977. El servicio militar, como toda la estructura del aparato de los ejércitos, está claramente vinculada con la construcción de la masculinidad tradicional. Los valores de jerarquía, uniformidad, resolución de conflictos por medio de la violencia, están en su misma base. La “mili” era un auténtico “rito de paso” para convertirse en hombre (Zulaika, 1989). Cuando un chico demostraba que había sido capaz de soportar las humillaciones y agresiones arbitrarias que el servicio militar comportaba, la sociedad lo consideraba ya adulto. Muchos padres (y madres) lo decían a sus hijos: “Vete a la mili, que te convertirás en hombre”. Y como pasa en toda violencia aprendida, primero era soportada pasivamente pero después se ejercía sobre los más débiles. De aquí las muchas veces sangrientas novatadas con que los veteranos “acogían” a los nuevos. Socialización en la violencia, naturalización de esta, pues, dentro de un contexto de hombres, donde la homofobia estaba muy presente, en todos sus aspectos.
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